Archivo mensual: julio 2009

La calle Malespina

El primer día de Abril, le saludó con un tibio sol que calentaba su piel bronceada de la vida a la intemperie. La calle Malespina se encontraba a una buena media hora andando, pero sabía que el paseo le ayudaría a terminar el blues que le martilleaba las sienes tratando de salir, pero que, como Penélope, olvidaría esa misma noche para componerlo de nuevo al día siguiente.

La gente que se cruzaba por la calle iba mirando al suelo, o con la mirada perdida en los problemas a los que se tendrá que enfrentar a lo largo del día y sólo un niño, que corría arrastrado por su madre camino del colegio, se fijó en los dos gorriones que volaban al unísono en una danza de amor que los demás habían olvidado. Él iba mirando a la gente. Sus gestos, sus miradas, los besos fugaces que ansiaban una vida más larga.

Sin darse cuenta llegó a la calle Malespina, donde unos operarios municipales levantaban el adoquinado dirigidos por un jóven con unas grandes gafas y una chaqueta demasiado grande para su escaso cuerpo. Se puso a unos 50 metros del lugar, tan cerca como para no pasar desapercibido y lo suficientemente lejos como para que el ruido de los aparatos de excavación no le molestasen. Sacó su gitarra de la vieja funda que colocó frente a sus pies y se sentó en el suelo mientras afinaba las cansadas cuerdas de su guitarra.

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